martes, 13 de septiembre de 2011

El pueblo de Isla de Cedros


El azul es el color predominante en el paisaje de Isla de Cedros tanto en el cielo despejado sediento de agua (pues pocas veces llueve en esta pequeña parte del mundo) como en el inmenso Pacífico que le rodea en todas direcciones, mar limpio sin contaminación evidente, conservado así gracias a la poca influencia humana.

Los buzos y pescadores son grandes conocedores de cada una de las ensenadas y zonas abuloneras de Cedros a pesar de la grandeza física de la isla que en la realidad es un enorme terruño de identidad para los isleños y no un pequeño punto en el mapa como acaso la identificarán otros mexicanos. Cuestión de percepción y escala.

Lobos marinos (Isla de Cedros)


A los hombres conocedores de sus oficios se les suele llamar “viejos lobos de mar” como alusión a su experiencia de vida, sin embargo parece cuestionable el proverbio debido a que estos mamíferos suelen ser animales de vida simple y ociosa, contraria a la esforzada y compleja vida de los pescadores y buzos de Isla de Cedros.

Los lobos de mar, agrupados en grandes colonias denominadas loberas están rodeados de una cotidianidad en la que el descanso es predominante sobre las playas rocosas del litoral oriental de Cedros. Sólo algunos de ellos salen a nadar para obtener el alimento diario, nadando con una habilidad que quizá justifique la denominación, pues a pesar de la pesadez que externan, muestran su experiencia real dentro del mar.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Isla de Cedros o Huamalhuá


Una gran isla del Pacífico mexicano fue denominada Huamalguá (“Isla en la niebla”) por sus habitantes originales: indígenas cochimíes. Isla de Cedros es su nombre actual, menos certero, pues esta vegetación no existe en su territorio, pero fue la que creyeron ver los navegantes españoles que arribaron en 1540. Sus habitantes contemporáneos le llaman afectivamente “El Piedrón”.
Isla de Cedros, la cuarta isla más grande de México (después de la Isla Tiburón, Isla Ángel de la Guarda y Cozumel), se localiza al oeste de la Península de Baja California en su parte central. La isla tiene origen continental, separada de la península por efecto de sumersión. Si el nivel del mar descendiera 50 metros, la isla quedaría unida a la Punta Eugenia, que se localiza a 25 km.
Cedros es la isla más habitada en el Pacífico mexicano (2,042 habitantes en el Censo de Población y Vivienda 2010), constituye una de las 23 delegaciones de Ensenada, el municipio más grande del país, cuya cabecera se encuentra a 445 km de distancia, motivo por el cual se ha mantenido en abandono por lejanía inevitable y separación física, más allá del mar.
Hay dos localidades principales separadas por 9 km: Cedros (“El pueblo”) y Punta Morro (“El Morro”) así como varios campos pesqueros habitados en temporadas por pescadores locales: San Agustín, Wayle, La Colorada y Punta Norte en la propia isla y el campo de las Islas San Benito (25 kilómetros al NW), que forman parte del consciente colectivo de los isleños, como si se tratara de una extensión de Cedros.
El clima se considera seco desértico (BW) debido a la vegetación xérica, lluvias irregulares y muy escasas todo el año, sin embargo la oscilación térmica es baja y el clima en el Pueblo de Cedros es muy agradable, una de las causas del bienestar de la población.
Existen cinco especies de mamíferos endémicos, uno de ellos (el venado bura de Cedros) al borde de la extinción; la presencia de mamíferos marinos es importante, hay elefantes marinos al NW y los lobos marinos distribuidos sobre todo al norte y en la costa oriental. Hay 20 especies de reptiles (seis endémicas) entre saurios, serpientes y tortugas; un anfibio; y tres moluscos (dos terrestres y una de agua dulce). No abundan los insectos aunque hay varias arañas y alacranes. Hay 220 especies nativas de plantas, 27 de ellas endémicas. A diferencia de isla Guadalupe, en Cedros las cabras inducidas no se desarrollaron en abundancia ni alteraron en demasía el equilibrio ecológico por lo que las condiciones ambientales originales se mantuvieron.

La isla se encuentra en la zona pesquera más rica de la República por la gran abundancia y variedad de especies. Aunque hay atún, barracuda, jurel, macarela y sardina, los dos productos por excelencia son la langosta y el abulón, capturado por buceo en los fondos rocosos. Estos productos junto al pepino de mar y caracol son procesados para su exportación en la propia isla. Todo el sistema administrativo, de captura de especies por pesca y buceo y el procesamiento industrial dependen de la sociedad cooperativa de Pescadores Nacionales de Abulón (PNA).
La vida económica en la isla se complementa con la presencia de Exportadora de Sal S.A. (ESSA), cuya extracción salina de Guerrero Negro, BCS (a 100 km) se almacena en el puerto Morro Redondo (al SE de la isla) y se embarca para su exportación al continente asiático, principalmente a Japón. Los 7 millones de toneladas anuales de sal que se mueven de entrada y salida (granel mineral) hacen de éste, el cuarto puerto más activo del Pacífico.
A inicios de la década de 1960 comienza la construcción de las instalaciones de ESSA en Isla de Cedros, en cuya punta sureste (Punta Morro Redondo) se encontraron las condiciones óptimas de un puerto natural que pudiera recibir embarcaciones cargueras de gran extensión. Así surgió el otro poblado conocido como El Morro, para los trabajadores de la empresa, de origen externo en su mayoría (hay pocos isleños empleados ahí).
Isla de Cedros a pesar de tener características que la hacen un espacio de interés ha sido poco tratada en la producción bibliográfica mexicana. Hace sesenta años (1948) que fue escrito un ensayo monográfico sobre ella. El geógrafo Bibiano Osorio residió en Cedros y presentó como un trabajo para la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, una descripción de los aspectos más destacables sobre sus observaciones y estudios, destacando la descripción física y de recursos naturales explotables de la isla así como algunas menciones sobre la historia del poblamiento y sobre los habitantes de entonces. A pesar del tiempo transcurrido, este trabajo es útil por estar dedicado en profundidad a la isla desde una visión geográfica y porque la descripción hecha sobre aspectos del paisaje y la población han sido tomados en cuenta y contrastados con la realidad isleña actual.
Recientemente investigadores de la Universidad de California, Northridge y el Colegio Pomona, bajo la dirección de Doctor Matthew Des Lauriers han ubicado e identificado más de 120 sitios arqueológicos en la isla. El objeto de mayor interés es una punta clovi con dataciones superiores a 10,000 años, lo cual podría cambiar teoría sobre las rutas del poblamiento de América.

Lo que sí es confirmado por investigaciones históricas mexicanas es la presencia de una población indígena a la llegada de los exploradores europeos. Miguel León Portilla (1989) tiene el registro de entre 1000 y 1200 habitantes de origen cochimí en el siglo XVI quienes la denominaban Amalagua o Huamalguá (“La nebulosa” o “Isla de las Neblinas”). Su nombre actual fue asignado por el navegante español Francisco de Ulloa en 1540. Durante esta expedición se confirma que Baja California es una Península y no una isla. Se realiza la primera cartografía peninsular y la designación de la mayor parte de la toponimia de la costa occidental bajacaliforniana.
En 1602 Sebastián Vizcaíno la visita y modifica la denominación original por “isla de Cerros” debido a su topografía tan accidentada. Sería en 1732 con la visita del jesuita Taraval (misión de San Ignacio) cuando se convence a los indígenas de abandonar la isla para ser trasladados a la península y ser evangelizados. Ahí serían víctimas de las frecuentes epidemias, ni uno sólo logra regresar a su isla.
El poblamiento contemporáneo data de 1922, tiempo en el que se instaló una planta empacadora de pescado que en un principio empleaba a 14 hombres y 2 buzos. Los primeros buzos fueron de nacionalidad japonesa, quienes enseñaron el oficio a aquellos mexicanos que llegaron a la isla con la esperanza de encontrar empleo y mejores condiciones de vida.
La Pesquera del Pacífico ahí establecida pasó a ser sociedad entre los fundadores (de apellido Bernstein) y el expresidente mexicano Abelardo L. Rodríguez. Dicha pesquera era propietaria del equipo portuario, la planta de energía eléctrica, el abastecimiento de agua e incluso de la mayoría de las casas; permitió el crecimiento de la población de 16 habitantes originarios a 374 en 1940, 1000 en 1950 e incluso una cifra de entre 8 y 10 mil habitantes en la década de 1970, jamás registrada por INEGI.
Esta compañía pesquera, primera actividad económica por tiempo, importancia y número de empleados entró en crisis en los años 80. Las industrias empacadoras paraestatales en Baja California fueron llevadas a quiebra y cerradas una a una. La empacadora de Cedros cierra a partir de una huelga en 1996 y con ella gran parte de la vida del pueblo termina, el cual había ido en declive desde una década atrás. La isla se fue despoblando y el flujo migratorio principal, incluso hasta nuestros días, se da a Ensenada, pues a pesar de la lejanía hay un transporte continuo y una gran red social más que política con su cabecera municipal.

Actualmente los dos brazos o motores de la economía local que mantienen con vida a la isla son la pesca de Pescadores Nacionales de Abulón (PNA) y la Exportadora de Sal. Cedros a pesar de generar grandes ingresos monetarios para el país, está en un profundo y real abandono del gobierno a causa de su descuido y de una existencia ignorada por parte de los demás mexicanos.
La mayoría de los isleños actuales disponen de un doble espacio de vida: hay una fuerte liga con la Península de Baja California gracias a los transportes regulares (específicamente a Ensenada, BC y Guerrero Negro, BCS) y a la red social entretejida desde hace décadas. Aunque se deje físicamente la isla jamás deja de estar en el pensamiento, los recuerdos y planes para volver a ella.
Los cedreños de origen o adopción, sus emigrantes e incluso gran cantidad de sus hijos ensenadenses tienen un fuerte lazo de identidad.

No estar en la isla ha sido como si me arrancaran de mi hábitat (David Romo)
Me quedaré en Cedros porque aquí crecí, aquí me casé, aquí está mi vida y los restos de mis padres (Cristina "Guili" León).
El arraigo es más notorio en las generaciones mayores y medias que en las jóvenes, pero aún no se diluye. “La isla ofrece el territorio identitario, de afectividad, de descanso informal, de placeres simples pero esenciales. Por otro la zona urbana ofrece la formación (académica) y empleo así como el entretenimiento contemporáneo” (Péron, 1999: 190).
El aislamiento absoluto se ha visto atenuado por los medios de comunicación (Internet, telefonía celular) en los años recientes si bien los medios de transporte han hecho viable desde hace varias décadas una conectividad constante. Aquí se puede hablar de un aislamiento relativo más que absoluto pues a pesar de los nexos continuos con Ensenada es inevitable estar rodeados enteramente del agua oceánica como frontera física e imaginaria, como pueden atestiguarlo algunos de sus pobladores anteriores o actuales:
Somos presos libres (Santos de la Toba)
Se vive en cierto encierro (Ileana Covarrubias)
Estamos en México pero en un círculo aparte (Marco Salazar)

A pesar de ello se vive en libertad, con seguridad y buena vecindad. Ahí “se es alguien” a diferencia de las grandes urbes donde se pierde la propia identidad.
Para todos los isleños entrevistados Isla de Cedros es grande no sólo en territorio sino por su gente. La apreciación de la isla ocurre en distintas escalas ligada al medio o tipo de transporte utilizado para recorrerla (a pie, automóvil, lancha, avioneta) e indudablemente tiene un enorme territorio. Son los pescadores y buzos quienes mejor conocen la geografía física. INEGI registra unos diez topónimos y accidentes geográficos, la población tiene un vasto reconocimiento de ensenadas, zonas abuloneras y otras morfologías, más de 50 que en los escasos mapas oficiales ni siquiera aparecen.
Cedros no es una isla tropical ni de ensueño pero sí un paraíso perdido en medio del océano, sus paisajes insulares están llenos de contrastes cromáticos y sensoriales donde hay altas sierras desérticas tras un litoral de acantilados, montañas de sal con un azul intenso de mar limpio y cielos sin nubes, cerros blanquecinos y chatarra oxidada, cactáceas y pinos, gaviotas y cuervos, minas abandonadas y campos pesqueros aún muy llenos de vida.
Cedros es un lugar mágico para vivirse en el que se podrá obtener una experiencia que en ningún otro rincón accesible de México: una vista de playas con rocas de colores, el graznar de gaviotas en todo momento y rincón, un aroma a mar muy sutil y agradable, un tacto frío en el agua proveniente de la corriente californiana que contrasta con la calidez de una población familiar en casi todos los sentidos, son pocos habitantes, todos se identifican entre sí y tienen un reconocimiento al interior de la comunidad.
El pueblo de Cedros es un lugar de gente confiable, solidaria, tranquila y amable, cuestiones que los han hermanado y hecho progresar gracias a ellos mismos y no debido a la tibieza de un gobierno que apenas en 15 años ha comenzado a brindar servicios dosificados. Abundan casas abandonadas en deterioro pero una gran vida en las calles y en su gente: niños, mujeres, pescadores y personas de la tercera edad arraigados a su “Piedrón”.
Isla de Cedros merece un nuevo auge para entrar a la consciencia colectiva del resto de los mexicanos y quedar registrada en investigaciones, medios audiovisuales, mapas y libros y así lograr paliar el injusto abandono a pesar de su gran trascendencia natural, histórica, económica y cultural.




Bibliografía para profundizar:
-> Baxin, Israel (2010). La isla de Cedros en el contexto insular del Pacífico mexicano: un estudio de geografía cultural. Tesis de licenciatura en geografía. México: UNAM, Facultad de Filosofía y Letras.
-> Chenaut, Victoria (1985). Los pescadores de Baja California (Costa del Pacífico y Mar de Cortés). México: CIESAS (Cuadernos de la casa chata, 111).
-> Des Lauriers, Matthew (2006). “Isla Cedros” en: Laylander y Moore (editores) The prehistory of Baja California: Advances in the archaeology of the forgotten Peninsula. Gainesville: University Press of Florida, pp. 153-166.
-> León Portilla, Miguel (1989). Cartografía y crónicas de la Antigua California. México: UNAM.
-> Osorio, Bibiano (1948). “La isla de Cedros, Baja California: ensayo monográfico” en: Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, Tomo LXVI, núm 3. México: Editorial Cultura. pp. 319-402.
-> Péron, Françoise (1999). “Les îles: cas particuliers des relations espace et sociétés sur les littoraux” en: Marcadon, Jacques, et. Al. L’espace littoral: Approche de géographie humaine. Rennes: Presses Universitaires.