martes, 14 de octubre de 2014

Poesía insular III


Islas personales, habitadas, olvidadas, agrestes, misteriosas, fantásticas... algunas con calificativos de sobra o insuficientes. 
Innegablemente, la isla es una realidad geográfica constantemente metaforizada.
Hay para quienes existe la isla errante: un barco, témpano o persona también pueden adquirir condición de insularidad...


Monólogo frente al Michigan Lake mientras arde un pato (fragmento) 

(…) 
En La Habana se mete la isla al cuerpo, 
ya soy mitad yo y mitad isla 
voy lleno de mar y ron y negros y grados centígrados 
inútil defenderme del viento 
o agarrarme a mí mismo con los puños metidos 
en los bolsillos 
inútil engañar al cuerpo con la ilusión de que 
alguien nos protege: 
nadie nos espera detrás de la barricada, 
qué soledad la punta del tiempo. 
(…) 



El texto anterior es del mexicano-catalán Jordi Soler con la idea del humano que adquiere inherente la propiedad de aislamiento, pero ésta tiene también su antítesis como la negación del poeta inglés John Donne, quien ya escribió en el siglo XVII: 


Meditación XVII


Ningún hombre es una isla, 
entera en sí, 
Cada hombre es pieza de continente, 
parte del total. 
Si el villano es arrastrado por el mar, 
Europa se reduce. 
cual si fuera promontorio, 
cual si fuera coro de amigos, 
o fuera propia: 
Toda muerte me disminuye, 
pues estoy con la humanidad 
Así no pidas saber por quién dobla la campana; 
dobla por ti. 


¿Existen personas - isla? ¿Son transversales al tiempo o al espacio? ¿Cuál es el borde que trastocan? La mexicana Helena Paz Garro, hija del laureado Octavio y la perseguida Elena, tuvo una historia de olvido ensombrecido y atrapó estas palabras en 1982:


Mi isla 


Mi isla de oro 
tan próxima tan lejana. 
La acerco con mis olas. 

Busco adivinar lo que encierra su frente 
para alcanzar el núcleo de sol 
en que se reabsorbe su ser, 
las playas blancas de sus pensamientos, 
la risa en su alma rumorosa de pájaros. 

Se aleja 
se convierte en una minúscula canica de oro 
y rueda bajo la puerta 
para siempre.




En esta nueva revisión de lecturas poéticas, diviso que las islas se encuentran muy cercanas a la nostalgia pero con fulgor y destellos siempre sorprendentes.

jueves, 24 de julio de 2014

Entrevista a Jon Bonfiglio, director de “The Clipperton Project”

Mi trayectoria de investigación sobre las islas de México me llevó a coincidir a principios de 2012 con el proyecto Clipperton, una organización internacional recién formada por profesionales de diversas disciplinas que realizaría una expedición a la isla del mismo nombre, la cual fue alguna vez parte del territorio mexicano y actualmente una posesión francesa en un punto remoto en el Océano Pacífico. 
Algo que resultaba interesante en pleno siglo XXI era contextualizar el calificativo de "expedicionario", en un mundo en el que se cree descubierto y explorado no sólo este planeta, sino su satélite y otros cuerpos astronómicos vecinos. El interés personal en los resultados de esta primera expedición me llevó a entrar en contacto cara a cara con el director del proyecto en una exposición que se presentó en 2013 en el Museo Anahuacalli de México D.F. En ese momento los nexos con gente inquieta y con cierto espíritu nómade ya habían roto fronteras geográficas y virtuales. Paradójicamente el interés y participación indirecta me llevó a escribir la idea de que "las islas unen", contrario a lo que los convencionalismos apuntan.
Meses después, mi sorpresa fue que durante una estancia de investigación en las Islas Canarias, encontré a gente del proyecto en Las Palmas de Gran Canaria, ciudad que me alojó durante algunos meses, momento en que me convencí de que los encuentros más que casuales son causales. Cada vez me queda más claro que los conceptos son demasiado amplios, como el de "expedicionario", sólo basta hacer de ellos lecturas desde voluntades y disposiciones diferentes. Hoy quiero rescatar una entrevista que realicé a Jon Bonfiglio a principios de mayo de 2014 y que estuvo publicada en una web de noticias de un medio independiente. El motivo: una expedición por el Río Usumacinta, antes de su primera fase. Próximamente realizarán un complemento del viaje, aunque éste podría ser interminable para cada persona, a veces quizá sólo implique una fase de coincidencia de caminos y miradas en una misma dirección.



The Clipperton Project navega el Usumacinta
Entrevista a Jonathan Bonfiglio, director de “The Clipperton Project”



"El corazón del mundo maya es un horizonte que no se puede dibujar, es una canción que no tiene palabras".

El Proyecto Clipperton (The Clipperton Project) es una iniciativa que utiliza las nociones de exploración, viaje y descubrimiento para inspirar y empoderar a la sociedad en busca de una actitud más positiva y progresiva hacia los grandes temas de la actualidad.
El proyecto busca cambios y la generación de nuevos liderazgos en los exploradores que se han sumado a barcos, talleres o actividades temporales. Cada persona puede explorar su entorno más inmediato hasta los lugares y temas más remotos aún por descubrir.

Mapa: presencia del proyecto Clipperton desde 2012

Su director es Jonathan Bonfiglio, quien inicialmente concibió el proyecto escribiendo el código postal de una isla olvidada en una pared en blanco en su casa en 2011. Desde entonces, The Clipperton Project ha trabajado directamente con más de 160 mil personas en una veintena de países y sus expedicionarios han navegado más de 30 mil millas, con programas vigentes en 2014 en Escocia, Uruguay, South Georgia, México, España y Australia. Jon Bonfiglio nos cuenta sobre el proyecto Clipperton y la expedición por el Río Usumacinta.

Jonathan Bonfiglio. Foto: Kate Watson

El proyecto Clipperton se rige bajo la consigna “todos somos expedicionarios” ¿Cómo ha mutado la idea de exploración desde que iniciaron actividades en 2012?
De cierta manera ha mutado bastante y otra no tanto, creo que todos entramos en las primeras expediciones con el conocimiento de que no íbamos a llegar a ningún fin, que todo era un paso tras otro paso y tras otro, y que todo era una exploración sin fin que tenía que ver más con cómo nosotros mismos nos veíamos como seres humanos que la exploración en sí.
En otro sentido aterrizando las exploraciones en particular se han desarrollado varios programas que tienen que ver con temas distintos, entonces ahora trabajamos en temas de erradicación del plástico, de sobrepesca, de sustentabilidad, etcétera. Todos estos temas han surgido de las exploraciones. En ese sentido el proyecto ha evolucionado bastante y también dentro de territorios, el hecho de que tenemos presencia en distintos países implica que tenemos que estar abiertos a cambios.
Si sinceramente eres un explorador o te imaginas como tal eso implica imaginarte como viajero, como artista, como escritor y lo que eso implica: te puedes imaginar dentro de la piel de otros o por lo menos haces el intento, esa es la parte que nos interesa mucho porque nos hace humildes y nos hace humanos.

¿Qué ha aportado a los lugares por donde ha transitado el proyecto Clipperton como eje creativo, de inspiración científica y concientización ambiental?
Exploramos aspectos similares y diversos en los distintos países pero también vamos aprendiendo maravillas de ellos y la conciencia que tienen en cada uno. Por ejemplo haciendo este viaje de expedición por el Usumacinta el conocimiento que hay sobre el río, el pasado, la historia y los recuerdos que hay aquí son absolutamente fascinantes. Un ejemplo muy interesante es que hay una cantidad grande de caimanes, aunque está lleno, no se habla mal de ellos. Ese silencio implica que no son un peligro como en otros lugares donde se amplifican los peligros de voz a voz. El conocimiento, el pasado, lo que se reconoce es que nunca hubo problemas con los caimanes. El no decir algo a veces te da tanta información como decir algo.
Previamente hemos trabajado con muchas comunidades costeras y las memorias que ellas traen en pocos años de lo que eran los mares y lo que son ahora. Todo ese conocimiento, conciencia y memoria es tremendo y tratar de comunicarlo a otros tiene un poder increíble si lo hacemos bien a nivel de cómo estamos devastando nuestros océanos.

¿A grandes rasgos en qué consistirá la nueva expedición desde Palizada por el río Usumacinta?
La expedición consiste en cuatro canoas tradicionales que zarpan el martes 6 de mayo y harán todo un recorrido por el Río Palizada y por el bajo Usumacinta todo el mes de mayo llegando hasta los pantanos de Centla y Frontera y luego hacer un poco de recorrido del mar donde desemboca el río. Todo lo que ya ha sucedido, la memoria del río da hacia el mar. Luego, la segunda fase será la parte más alta del río, que se llevará a cabo en enero de 2015.
Es la primera vez que tenemos una expedición mayor en tierra, los conceptos del río son similares a los del mar o de la tierra: no hay una actuación en un río que no afecte a todo lo demás, a todas las comunidades, cualquier cosa que se hace tiene un impacto. Es por eso que estamos embarcando en este viaje. Este es un río que nos une a todos igual que los océanos en la tierra.

Durante la expedición por el Río Usumacinta ¿En qué consiste la idea de dibujar el corazón del mundo maya?
Tiene que ver con memoria. A veces expresar cómo fue el pasado de las comunidades indígenas es un poco folclórico, yo creo que no sólo es así. Nosotros podemos aprender del corazón maya como de otras comunidades simplemente porque se trata de otros mundos. Si afrontamos nuevas exploraciones y no llegamos a ningún nuevo conocimiento, lo que nos brinda es que nosotros nos hemos convertido en nuevos exploradores, agentes sociales, activistas de cierta manera para el descubrimiento, para la exploración con una fuerza tremenda. Entonces para nosotros de cierta manera el corazón del mundo maya es eso: algo que existe, que existió, algo literal, pero también algo que está dentro de nosotros y que va más allá, un horizonte que no se puede dibujar, es una canción que no tiene palabras, esa búsqueda es muy valiosa.

Fotos: The Clipperton Project

Sobre el lugar que significó su primera expedición y que dio nombre al proyecto, ya declaraban que “Clipperton es una isla en medio del Océano Pacífico, eso también es una idea”. ¿Cómo debemos rebasar nuestros estándares mentales y geográficos?
Siempre presentando la idea del horizonte, de que hay más aspectos que nos unen que los que nos separan, que cuando vamos hacia algo somos increíblemente positivos a diferencia de cuando nos reducimos a algo menor, nos convertimos en otra cosa, en otra especie, en un bicho. Proponemos ese argumento: hay algo más allá, somos curiosos y eso es normal, no hay nada hecho, todo está por hacer, en ese momento empezamos a vislumbrar la meta. Cada quien puede activarse, puede hacer desde algo pequeño como plantar una planta y luego cuidarla o como caminar por una calle distinta un día o lanzarse a un lugar diferente o conocer a alguien que habla un idioma distinto o que se ve raro, eso nos agrega humanidad, no nos quita.

Eduardo Galeano, dice que “mucha gente pequeña en lugares pequeños haciendo cosas pequeñas puede cambiar el mundo”. ¿Cómo complementarías esa filosofía aparentemente simple pero que conlleva un cambio mental de raíz?
Justo ayer tuvimos una plática con “Perma Terra” que es una organización con quien estamos trabajando acá y esa frase de Eduardo Galeano salió en su presentación. Ellos han visto el problema del cambio climático en varios países alrededor del mundo y han regresado aquí a sembrar árboles en una zona donde tienen un rancho a hacer una diferencia, claro que esa diferencia a nivel de los gases efluentes de nuestra nación con el mundo y biológicamente cómo interactuamos con el mundo hace y hará una diferencia. Las cosas pequeñas hacen la diferencia: comprar una lechuga que no está envuelta en plástico, hacerte un poco de composta en el jardín o hacer crecer unos tomates, todo eso te hace relacionarte de manera más fuerte con tu entorno.

En un momento histórico en el que paradójicamente se contraponen el acceso a grandes volúmenes de información frente a la aparente inmediatez y caducidad de las ideas. ¿Cómo compartirías con el uruguayo Jorge Drexler la consigna de que “La idea es eternamente nueva”?
Estoy de acuerdo, la idea es completamente nueva mientras sea algo que exista en el corazón y en los cerebros de cada quien. Lo puedo relacionar también con Steve Jobs, que dice que cada día de tu vida debes hacer verdaderamente lo que quieres hacer ese día. Si haces un trabajo que sólo lo estás haciendo porque te preocupa que a los 60 vas o no a tener una jubilación, y si es algo que verdaderamente día tras día no se te hace realmente importantísimo entonces esa idea tendría que cambiar. En sentido figurado compras el regalo cada día, no es que sólo lo compras una vez y ya, cada día te despiertas y tomas la decisión de hacerlo de nuevo no sólo porque alguien te lo dice sino porque tú estés convencido de esa idea, de ser así entonces vas por la avenida correcta.

¿Con tantos lugares visitados, qué idea tienen ahora de lo aislado, lo remoto o lo inalcanzable?
No existen literalmente. Todo está relacionado, todo se puede alcanzar. Sobre todo cuando trabajamos en conjunto podemos lograr cosas absolutamente increíbles. Los lugares un poco más remotos que otros tienen mucho para darnos y no se trata del aislamiento sino de lo inverso: del acercamiento a nosotros. Estar en una isla como Clipperton o South Georgia o esta zona del Usumacinta donde hay muy poca cobertura lo que nos dice es que los lugares que están aparentemente lejos pueden estar cerca de nosotros mismos.

¿Cuáles son los mundos posibles que aún quedan por visitar para el proyecto Clipperton?
Si se pudiera nos faltaría ir hacia el espacio exterior pero en el planeta queda aumentar los contactos que tenemos con la gente y las organizaciones y que ellos mismos se puedan imaginar en estos cambios para después actuar en sus entornos. No nos medimos por los fallos sino por las ganancias. Es como un niño en una clase de cincuenta personas que no dice nada y que al final levanta su mano y dice “no entiendo, ¿están hablando de mí?” tú le dices que sí y de repente ves que su pecho se infla y algo ha cambiado en él porque tiene todo el permiso y la posibilidad de hacer maravillas, lo único que tiene que decidir es que va a generar un cambio en sí mismo y así inicia un viaje o una expedición.

Ante los viajes y exploraciones realizados ¿qué concepto personal tienes sobre las fronteras físicas y mentales?
Son dañinas, son un poco como cigarros o coca cola, son algo artificial, creados, al final te empiezan a comer desde dentro como un cáncer o un tumor. Al principio puede parecer que te liberan porque te hacen tener un concepto de ti más sencillo que tal vez te lo puedes tragar sin mucho problema pero poco a poco tú sabes que te estás tragando tus propias mentiras. Yo diría que hay que ser honestos con nosotros mismos eso implica tomar las decisiones en las cuales podamos estar orgullosos de nosotros mismos, de plantarnos en un escenario y decirle a quien sea que estoy haciendo algo no sólo porque es bueno para mí y para mi familia, sino que es bueno porque es el futuro, porque ahí es a donde todos podemos llegar.


Las expediciones y las creaciones que elaboran en conjunto los científicos, humanistas y artistas participantes en el Proyecto Clipperton generan espacios y oportunidades de reflexión y propuestas sobre los grandes temas que enfrenta la sociedad actual a través de exposiciones, talleres, conferencias, proyectos educativos presenciales y mediante redes sociales, así como en colaboración con otras personas, colectivos, asociaciones e instituciones locales en función de las necesidades y contextos específicos.

Foto: Jon Bonfiglio

Puedes unirte a The Clipperton Project mediante el correo electrónico (para estar registrado y recibir el boletín de actividades) o mediante redes sociales y tener la oportunidad de convertirte en un expedicionario:
info@theclippertonproject.com
@ClippertonTweet




martes, 3 de junio de 2014

Crisis en Holbox, espacio insular mexicano



Isla Holbox (Quintana Roo) pasa por un momento crítico y de emergencia. Inicia junio de 2014 y salen a la luz pública los intereses que su territorio significa para establecer un emporio turístico en un contexto de despojo ejidal para mercantilizar la naturaleza. No debería extrañarnos en un país de tanta impunidad y sin embargo aún cabe incredulidad ante tanto saqueo que no ve el fin.

No vivimos ya un momento de asociación romántica de las islas con la vida prístina. El espacio geográfico por sí mismo cobra significado al humanizarse: quedan mínimos remanentes en este planeta no tocados por la mano de nuestra especie. Sin embargo hay islas que bajo la imagen generalizada de parecer "paraísos" ofrecen al capital esa posibilidad de obtener beneficios para los empresarios tan sólo de su paisaje: dinero a cambio de una transformación ambiental que terminará en artificio. Hay niveles de obtener provecho, pero si detrás de esto se encuentra un empresario de Coca Cola, no suena a una historia que pretenda beneficiar a la población local, mucho menos causar un turismo de bajo impacto, como al que la población tradicional de Holbox está habituado.



En esta ocasión se trata de otro ejemplo de impunidad, de que más allá de una pantalla de conservación, los programas de Áreas Naturales Protegidas (ANP) sirven de poco. Holbox se encuentra dentro del ANP Yum Balám y el Estado no resuelve a favor de la protección ambiental, los intereses del capital parece que pueden más.

En la experiencia personal de investigación sobre islas de México, mi atención se ha centrado en aquellas del litoral Pacífico, nunca he visitado Holbox, ubicada en esa transición del Golfo de México al Mar Caribe, pero por fuente directa (una amiga y escritora, Sofia Clevit, ha vivido por temporadas ahí y se ha involucrado de manera social con parte de su población) he sabido que esta población de unos tres mil habitantes vive tranquila (con excepción de la temporada de moscos) y en cierto sentido con una cultura más tradicional pero plural, donde la especie de tiburón ballena que circunda sus aguas le ha valido una fama internacional, pero con un respeto de sus visitantes y de los pescadores locales.

Fotografía: Sofía Clevit

Ante la serie de noticias que medios como ProcesoMVS, El Universal, Regeneración o Noticaribe han publicado sobre los disturbios en Holbox a partir de su situación crítica, encuentro analogías con el territorio insular del Pacífico y Golfo de California: hay muchas irregularidades jurídicas, un abandono generalizado de los espacios insulares y un descuido hacia los isleños que los ocupan, quienes con títulos de propiedad o sin ellos, son los únicos que tendrían derecho a decidir sobre el futuro de sus lugares, más allá de si las islas son federales, estatales, municipales o incluso privadas (gran embrollo para cada caso). Vuelve a surgir la necesidad de una regulación en la tenencia de la tierra para este y otros casos insulares, ahora es Holbox, pero es necesario que ocurra en otras islas mexicanas: Cedros, Natividad, Santa Margarita, San Marcos, San José, sólo por citar algunas. 

Cartel del evento en la Biblioteca Vasconcelos, Distrito Federal


Recientemente, del 14 al 25 de mayo, la Comisión Nacional para el conocimiento y uso de la Biodiversidad (Conabio) realizó varios eventos vinculados con el territorio insular: "La 4a semana de la diversidad biológica" con muchas sedes del país (29 estados), para concientizar sobre el papel de las islas sobre todo en cuanto a la biodiversidad se refiere. El 22 de mayo se conmemoró de manera internacional el día de la diversidad biológica en islas; varias notas y noticias fueron publicadas en diversos medios de comunicación para hablar de la importancia (aunque casi siempre desde lo cuantitativo) sobre el territorio insular de México y del mundo.


Cartel de la ONU sobre el día internacional de la diversidad biológica de las islas



Diez días después viene la crisis de isla Holbox con una incertidumbre que se queda lejos del alcance de los ciudadanos comunes. Más allá de firmar peticiones por vía digital o que en redes sociales la gente exprese que "dejará de consumir Coca Cola", el impacto real queda lejos de nuestro alcance si el gobierno sigue permitiendo los saqueos a cualquier escala y si la poca conciencia de la población sigue permitiendo el olvido de los territorios vitales como son las islas.






Fuente de las imágenes: Unión Cancún

sábado, 26 de abril de 2014

Isla San Marcos, la estatua de yeso

En mis investigaciones desde la geografía humana, no importa cuántos, sino quiénes han ocupado los espacios insulares: qué historias han forjado, qué huellas han impregnado en su suelo y en su mar.
En el Pacífico mexicano la segunda isla con más habitantes civiles, después de Cedros, es San Marcos, lugar ocupado por los trabajadores de una gran mina de yeso, cuya blancura puede ser observada desde fotografía satelital.



En San Marcos se puede hablar de una cultura local vinculada con el sector minero en un contexto asociado al mar. Isla donde se han formado por igual trabajadores de la minería, artesanos y beisbolistas en el pueblo más blanquecino de Baja California Sur y quizá de todo México.
Aunque sobre esta isla queda mucho por decir, basten palabras de la lírica popular que muestran su humanización a través de la identidad de sus ocupantes u observadores:

Dios te ha formado
para que tú fueras
la estatua de yeso
tibia y tropical.

Tú eres la paloma que de tierra firme
un día de calma salió a navegar.
Pero te quedaste anclada en las olas,
solita y sola allá en altamar.

Si ya tus encantos
se van consumiendo,
yo también me alejo
muy lejos de aquí.


(Canción ranchera Isla San Marcos, por Rafael Mendoza, 1970)


miércoles, 9 de abril de 2014

Cozumel hecha canción


Dentro de las discografías que forman parte de mi colección personal, por el momento sólo encuentro una canción inspirada en una isla mexicana: Cozumel. 


La creación proviene de Santiago Auserón, conocido por su voz y estilo latino dentro del rock hispano tanto en su etapa con el grupo Radio Futura como en su etapa solista bajo el seudónimo de Juan Perro. Esta canción se encuentra en su primer disco solista: Raíces al viento del año 1995.





Juan Perro canta y describe ese ambiente marítimo y poético al mismo tiempo que bordea a la isla con versos bien logrados, aludiendo a su atmósfera, al ambiente de quienes la viven o la visitan, incluso a las aves que le dieron nombre (en maya es la "isla de las golondrinas").

Comparto aquí la letra y video de esta canción compuesta e interpretada por el alter ego de Santiago Auserón, Juan Perro:



COZUMEL


Se va erizando la piel 
Azulada del Caribe 
Y en el cielo se percibe 
Un resplandor de amenaza 

Aunque no soy de tu raza 
Islita de Cozumel 
Dale cobijo a mi piel 
Que está siendo perseguida

Y una vasija caída 
Allá en lo alto del cielo 
Lloraba su desconsuelo 
Con lágrimas de aguamiel 

Cozumel, Cozumel 
Dale cobijo a mi piel

Risita de cascabel 
Me despertó una mañana 
Y una culebra la indiana 
En su regazo tenía

Quitarme quiero, decía 
Mi hábito de golondrina 
Y en gaviota blanquecina 
Mudarme para volar

Mas nadie puede escapar 
Cuando la suerte está echada 
Como amarra en la ensenada 
Este maltrecho bajel

Cozumel, Cozumel
Dale cobijo a mi piel

Mi corazón siempre fiel 
Tomó por un rumbo malo 
Tengo colgadas de un palo 
Las fauces del tiburón

Y oculto en esta prisión 
De color azul mi duelo 
Que está lleno de agua el cielo 
Y llena de agua la mar

Si llega a tí mi cantar 
Mira que estamos mojados 
Los santos y los malvados 
Dentro de un mismo tonel

Cozumel, Cozumel 
Dale cobijo a mi piel.



jueves, 27 de febrero de 2014

Poesía insular II

El poeta cubano David Lago González publicaba en Union Square (Nueva York) en abril de 2004 una reflexión sintética sobre la paradójica realidad isleña:


Una ínsula tiene orillas, y todas sus fronteras dan a un vasto y abrumador continente que traga vorazmente su propia libertad como el más obcecado de los honorables totalitarios. Una ínsula es un guijarro en el ojo del gigante. Pero todos queremos, tal vez con cierta obsesión, que nuestra casa, aunque pobre, sea "decente"; nuestro vino, amargo, pero al cabo "nuestro"; y nuestro abismo, el más cómodo de todos los infiernos. "Ningún hombre es una isla en sí mismo". Pero ¿cuántas almas necesita una ínsula para ser un hombre? ¿Cuántos muertos? ¿Cuántos vivos? ¿Cuántos medio vivos o medio muertos? ¿Cuánta sombra? ¿Cuánta risa o zozobra? (...) Nadie está a salvo, pero, porque precisamente he regresado a la pubertad del pez virgen en el estuario, me pregunto cuántas islas deben caber en un hombre para llegar a ser una ínsula.

  La Gomera, Islas Canarias


Las islas como imágenes delimitadas de la realidad geográfica se encuentran lejos de “tierra firme”, rodeadas de agua pero siempre cerca de la poesía, sin duda por la carga metafórica que contienen. Son un tema de sumo interés para quienes las habitan, muestran empatía con ellas o incluso “se sienten el anhelo de una”, como menciona la escritora cordobesa Sofía Clevit.



Hay una diversidad de islas más allá de las que se han apoderado del imaginario. Además de las tropicales y los atolones de ensueño en peligro de extinción, las hay desérticas (ecológicamente hablando, no en sentido robinsoniano), glaciares o urbanizadas con explosión demográfica que superan con creces la ficción de las islas imaginarias.

ISLA


Sólo tengo la calle.
El asfalto. Los escaparates.
Espero en las esquinas
a nadie.

Sólo tengo los árboles.
Las nubes. Los estanques.
Paseo en los jardines
con nadie.

Sólo me queda el aire.
Los mapas. Las ciudades.
Escribo. Escribo cartas
a nadie.


El poema anterior, del economista y literato español José Luis Sampedro, demuestra que la isla como tema tiene innumerables lecturas y reflejos, aun hallándose en algún escrito primigenio, casi inédito, de alguno de los grandes intelectuales de nuestro tiempo, pero también titulando alguno de sus poemarios más populares, caso del mexicano José Emilio Pacheco, como el transcrito a continuación, perteneciente a la antología Islas a la deriva:


LA ISLA


Llegamos a la isla.
El otoño
se abría paso en el aire,
y en el lago
las hojas encarnadas y amarillas flotaban
como los peces muertos.

Sólo me acompañó a la playa el crepúsculo.
Agua color de mar,
piedras como olas.
Por todas partes
las infinitas hojas caídas.

La isla y yo éramos
hojas también y nunca lo supimos.


Como colofón, añado un escrito propio, presentado en The Clipperton Project, con el fin de compartir una expedición personal, en mi caso de corte introspectivo, a ese tema fascinante e infinito:

Islas personales
Un nesófilo es un apasionado por las islas, por esa imagen geográfica que en sí misma incluye tantas características, como infinitos universos hay. Las características más comunes en la analogía de las islas son la soledad, el placer, la nostalgia… No sólo lo he leído, también creo que las personas somos islas, pequeños mundos que con otros afines, a modo de archipiélagos, alcanzamos la conjunción. Últimamente me he dado cuenta que siempre hay nuevos nesófilos por llegar a la vida personal y también isleños de raíz por conocer, que nos guiarán para reorientar nuestros pasos, nuestras palabras. Las islas unen.
Otro nesófilo como yo, el biólogo Pedro Garcillán, escribió sobre las posibilidades que las islas nos brindan para impulsarnos a caminar siempre un poco más allá. A esa idea, yo añadiría que las islas, como universos personales también nos motivan a ir mar adentro, en las propias venas, a trazar esa cartografía sentimental interior que a veces nos negamos a delinear. Cuando nos atrevamos a asumir ese boceto en una obra más plena, encontraremos otros corazones insulares, que en alguna parte del mundo exterior, confluirán en la misma expedición, la que nuestros pasos alcanzarán en alguna coordenada.


La Graciosa, Islas Canarias