martes, 22 de enero de 2013

¿Islas imaginarias? (parte I)

Si bien este blog ha surgido con la inquietud de dar a conocer información sobre algunas de las islas habitadas de México, desde el post anterior ha habido un impasse respecto a esa categorización, sin alejarme de la labor de registro y difusión de las islas mexicanas y mucho menos del título del propio blog y la fascinación innegable que encierran, sean visibles o enigmáticas. En el post anterior escribí sin exhaustividad sobre las islas como espacios de la poesía y hoy, sobre la fascinación de aquellas otras, también imaginarias, que desaparecidas o no, merecen una mención para confirmar su naturaleza incógnita.
Hace unas horas volví a ver la película “Una aventura extraordinaria” (Life of Pi, basada en la novela homónima, de Yann Martel, dirigida por Ang Lee y protagonizada por Suraj Sharma y Shravanthi Sainath) la cual me ha generado una serie de reflexiones sobre la delgada línea entre fantasía y realidad, la pequeñez del ser humano ante la majestuosidad e imponencia del mar, nuestra relación con otros seres vivos y el planteamiento y necesidad de la fe en la vida de los humanos.
De entre este cúmulo de información y dentro de ese magnífico guión, hay una escena que me hizo reflexionar sobre las geografías ficticias que caben en la realidad como leyendas. Me refiero a una isla que sirvió de remanso a los protagonistas: Pi, el joven hindú y Richard Parker, su compañero involuntario de navegación en medio del océano Pacífico: un tigre de bengala.


Se trata de una isla ficticia, irreal tanto en los mapas y por los paisajes encontrados ahí. Sin embargo, a pesar de la ficción que pueda encerrar un guión cinematográfico, no sería la primera vez que una historia de esa naturaleza aparece en la imaginación de algún creador.
Efectivamente, como sucede en la novela-película, las corrientes marinas provenientes del sureste de Asia con rumbo al norte, arrastran a las embarcaciones pequeñas hacia el Pacífico tropical, con rumbo a la costa mexicana, de igual manera como ocurría en las embarcaciones de la Nao de China, con escala en Filipinas y luego en Acapulco, durante la etapa virreinal de la Nueva España.
Fue precisamente en ese tiempo de navegantes y descubridores, cuando se registraron en el Océano Pacífico los nombres y ubicaciones de ciertas islas que hoy día no se localizan en donde se supone, deberían encontrarse. Destacan dos archipiélagos: las islas del Coral y las de los Jardines, presumiblemente próximas a las actuales Revillagigedo. ¿Dónde se encuentran ahora? ¿Existirían para desaparecer después bajo el océano? ¿Fueron visibles sólo en la mente e imaginación de algunos descubridores? ¿Alguien ha escuchado algo similar sobre otra supuesta isla denominada “Bermeja” en el Golfo de México?
Lanzo esas preguntas al aire (y al “ciberespacio”) para neófitos, nesófilos y humanistas fantasiosos…