miércoles, 11 de septiembre de 2013

¿Islas imaginarias? (parte II)

Era el año 1542, tiempo de los viajes de exploración del denominado “Nuevo mundo”. En las inmediaciones de la isla Clarión, la más alejada de las actuales Revillagigedo, el navegante Ruy López de Villalobos registró la existencia de “un grupo de islas” que llamó de Coral. De acuerdo con los análisis geográficos y documentales e incluso considerando un margen de imprecisión en la información registrada en distancias y rumbos, en esa zona, la única isla que se encuentra en la actualidad es Clarión.
En ese viaje de López de Villalobos que continuó a inicios de 1543 con rumbo al poniente, el explorador declaró el hallazgo de diez islas a las que denominó “De los Jardines”, de las cuales no hay siquiera rastros en los mapas contemporáneos.




La información anterior proviene de un capítulo de libro escrito por Miguel González Avelar (en Cartografía histórica de las islas mexicanas, coordinado por Martín Reyes), reconocido investigador del derecho y la historia de algunas islas mexicanas o que le fueron arrebatadas a nuestro país, como el atolón Clipperton.

Otros estudios históricos que refieren a las navegaciones de López de Villalobos sitúan a los archipiélagos antecitados en pleno rosario de las islas de Oceanía, específicamente en las actuales islas Marshall, debido a la coincidencia de latitud, no así de longitud, en teoría más próximas a la costa de México que a la de Asia. La propia Wikipedia sitúa las islas de los Corales en las actuales Enewetak y Ulithi (Oceanía), la primera de éstas fue escenario de pruebas nucleares norteamericanas a mediados del siglo XX con la consiguiente devastación de su naturaleza original.
Volviendo a la incógnita de que esas islas no coincidieran con algunas de las islas Marshall, que alejadas en tiempo y espacio de las mexicanas Revillagigedo, difícilmente habrían sido alcanzables en pocos días de navegación con la tecnología de aquel momento, cabe destacar que, de entre las hipótesis planteadas por González Avelar es muy probable la desaparición de estas islas en una zona de amplia actividad geofísica, cerca de la “fractura de Clarión”.
Para investigar la posible verificación de islas coralinas o rocosas que se hayan desplomado en la soledad del Pacífico central, entre las Revillagigedo y Hawai se requerirían estudios geológicos, geofísicos u oceanográficos muy específicos. Un planteamiento es que cabe la posibilidad de generación o destrucción de islas en zonas desoladas del océano, y esa vinculación principalmente se debería a la actividad interna del planeta, meramente geológica.
Desprendido de lo anterior, cabe destacar que además del registro histórico, es deseable enfatizar, no la recuperación de lo perdido, sino la valoración de lo propio.
Me viene a la cabeza el caso de la isla Bermeja, en el otro litoral de nuestro país: en el Golfo de México. Se habló en octubre de 2008 de un caso del posible colapso de esta isla por parte del gobierno estadunidense con motivo de la ambición por el petróleo de los llamados “hoyos de dona” en la zona de mayor productividad y explotación de hidrocarburos en la frontera oceánica entre México y el vecino del norte. El senado mexicano prestó importancia a esa isla con motivos de un posible desplazamiento de la línea de soberanía mexicana en caso de que se comprobara su localización próxima a la península de Yucatán, como indicaban algunos mapas antiguos del siglo XVI y catálogos de islas del siglo XIX. Paradójicamente fue hasta 1997 cuando el gobierno mexicano se dio cuenta de que la isla “ya no se encontraba” físicamente, pero hasta once años después salió a colación, si bien en 1946 un compendio geográfico de islas de Manuel Muñoz Lumbier señalaba lo siguiente:
 
"BERMEJA. Esta isla se encuentra marcada en las cartas antiguas y todavía se le asigna la posición en lat. 22º33' N. y 91ª22' W. de Greenwich, 27 millas al N. un cuarto W. de Cayo Arenas, pero a pesar de ello su existencia es dudosa."



Pasaron 467 años desde el registro legendario de Ruy López de Villalobos en el Pacífico y 63 años desde que Muñoz Lumbier había puesto en tela de duda la existencia de otra isla en el Golfo de México… En 2009 se pusieron “manos a la obra”, en la búsqueda de la citada isla Bermeja, por una comisión científica multidisciplinaria que presidió la UNAM mediante siete de sus entidades, entre ellas los institutos de Geografía y de Ciencias del Mar y Limnología. Tras un análisis histórico y cartográfico, en marzo de ese año, se realizó un crucero en el buque “Justo Sierra” que, reforzado con estudios de la batimetría mediante ultrasonido y el complemento de un levantamiento aéreo, concluiría la inexistencia de la isla y de cualquier rastro bajo la columna de agua, en la zona circundante a las coordenadas antecitadas.
Con la información anterior se confirma que hay espacios que aun siendo registrados por el hombre sea por imaginación, percepción engañosa o verdad temporal, pueden convertirse al paso del tiempo en incógnitas, pero en el caso de México, se ha debido sobre todo al olvido y la falta de interés en confirmar y defender lo propio, al menos en cuanto a territorio insular se refiere. Con esta compilación de datos, no se trata de engrandecer la ficción, sino subrayar que más allá de buscar incansablemente lo que se supone perdido, es deber de un país valorar lo que tiene, un buen comienzo es difundir esa riqueza geográfica, histórica y humana, si cabe.
En materia de islas, se perdieron como parte del territorio nacional el archipiélago del Norte, frente a California en favor de Estados Unidos en el siglo XIX y la isla Clipperton en favor de Francia en el siglo XX, además se presume la posible desaparición de las islas del Coral y los Jardines en el Pacífico así como la isla Bermeja en el Golfo de México.
Respecto a lo anterior, serían pertinentes algunos cuestionamientos ¿Qué pasa con nuestras decenas de islas tangibles? ¿Basta la política conservacionista para creer que se les ha dado la importancia merecida? ¿Es necesario que nuestras islas se conviertan en penales o en centros turísticos para prestarles atención? ¿Cuántos mexicanos que viven en la zona continental de México conocen la existencia y realidad de los isleños del país?




FUENTES
* González Avelar, Miguel (1992) “Islas de Coral y los Jardines”, en: Reyes, Martín [coordinador]. Cartografía histórica de las islas mexicanas. México: SEGOB.
* Muñoz Lumbier, Manuel (1946). Las islas mexicanas. México: Secretaría de Educación Pública  (Biblioteca Escuela Popular, 117), p.110.
* Ortuño, José María (2005). “La expedición de Ruy López de Villalobos a las islas del Mar del Sur y de poniente. Estudio histórico-Jurídico”. Anales de Derecho. España: Universidad de Murcia. pp. 249-292.
* Méndez, Enrique y Roberto Garduño (2009). “No encuentran la isla Bermeja”. La Jornada. Sección: Política. 24 de junio de 2009, p.16. Consultado en línea: 

2 comentarios:

  1. Me parece muy importante que el Estado Mexicano se ponga las pilas y eleve el tema insular a uno de la mayor prioridad posible.

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    1. Así es Alberto, es un territorio descuidado a nivel jurídico con implicaciones de olvido para sus ocupantes. Si estás interesado en detallar más sobre lo publicado escríbeme una dirección de correo y nos ponemos en contacto. Saludos!

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